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La adicción como "fuerza de existir"

Foto del escritor: Amândio PintoAmândio Pinto

Actualizado: 21 may 2023

Las adicciones son una temática que ha ocupado un lugar destacado en la sociedad contemporánea. Desde el consumo de sustancias químicas hasta la adicción a las nuevas tecnologías, las adicciones se han convertido en un problema de salud pública de gran envergadura.


Cuanto a la génesis del problema es conocida, al menos en el ámbito científico, la existencia de numerosos estudios de investigación confirmando la existencia de un vínculo entre las experiencias traumáticas en la infancia (no solamente) y los problemas por consumos en la edad adulta. La adicción no surge si no hay una angustia original que subsanar, no resulta de un defecto estructural o funcional congénito del cerebro, sino de la exposición a los consumos como la imperiosa necesidad de gestionar un malestar, para la persona, insoportable.


Las adicciones como "fuerza de existir"

Sin embargo, más allá de los aspectos médicos y psicológicos que rodean el problema de las adicciones, existe un aspecto filosófico que resulta sumamente interesante. ¿Por qué, a pesar de su potencial destructivo, la adicción cobra un espacio tan autodestructivo?


El filósofo Friedrich Nietzsche abogó por la idea de que la vida es un constante impulso vital, una lucha constante por sobrevivir y afirmar la propia existencia. Esta lucha se presenta como una fuerza de existir que, según Nietzsche, es el fundamento de todo lo que somos y hacemos. Las adicciones, en este sentido, se presentan como una manifestación de esta fuerza de existir, una forma de afirmar nuestra propia existencia y encontrar un sentido a la vida.


"Nietzsche abogó por la idea de que la vida es un constante impulso vital, una lucha constante por sobrevivir y afirmar la propia existencia."

Nietzsche entendía la vida como un perpetuo fluir de fuerzas en conflicto, donde el hombre es un ser en constante lucha por sobrevivir y afirmarse a sí mismo. En su obra "Así habló Zaratustra", Nietzsche afirma que "la vida es una voluntad de poder". Esta voluntad de poder no se refiere solo al poder político o económico - a pesar de algunas interpretaciones sesgadas al respecto - sino a una fuerza vital que nos impulsa a actuar y a crear, a luchar contra las adversidades y a buscar nuestra realización personal.


En este contexto, las adicciones se presentan como una forma de canalizar esta fuerza de existir. La persona con adicción siente una necesidad imperiosa de satisfacer lo que podemos llamar una penuria interna, de encontrar un sentido y una razón de ser. La adicción se convierte entonces en una forma de afirmar la propia existencia, de sentirse vivo y de encontrar un sentido a la vida.


Podemos pensar en la pujanza explicativa que tiene esa fuerza de existir, explicada en gran medida por el hecho de que las adicciones satisfacen necesidades profundas y universales de la persona, como la necesidad de placer, la necesidad de escapar de la realidad, o la necesidad de conexión y pertenencia.


Desde una perspectiva filosófica, podemos pensar que las adicciones como fuerza de existir explican el hecho de que estas responden a necesidades humanas profundas y universales, que son difíciles de satisfacer de otra manera, sobre todo en la sociedad contemporánea (aunque eso sería otro artículo). En este sentido, los consumos, al igual que un acto de automedicación, pueden ser vistos como una especie de "solución" a problemas existenciales complejos, que se manifiestan de manera sintomática a través de la adicción.


"La adicción se presenta entonces como una lucha por la supervivencia, el paliativo de una historia de vida difícil hasta de contar."

Sin embargo, esta fuerza de existir puede volverse en contra de la persona que la sufre, transformando la adicción en un problema de múltiples ejes y una espiral pavorosa. Los consumos pueden convertirse en una fuente de sufrimiento y destrucción, que va en contra de la propia afirmación de la vida, en una fuerza no vital enquistada en sí misma.


La persona con problema de consumos busca afirmarse a sí misma y encontrar un sentido a la vida, como obedeciendo a una fuerza vital que quiere vivir, aunque para desprenderse del lastre que es el trauma lo hace a través de medios nocivos para sí misma y muchas veces para los demás. La adicción se presenta entonces como una lucha por la supervivencia, el paliativo de una historia de vida difícil hasta de contar.


En definitiva, las adicciones pueden entenderse como una manifestación de la fuerza de existir nietzchiana, una lucha por autoafirmación y un impulso hacia la búsqueda de un sentido existencial. Sin embargo, esta lucha puede volverse en contra de la propia persona, convirtiéndose en una fuente de sufrimiento y destrucción. Comprender este fenómeno es esencial para poder abordar las adicciones de manera efectiva y ofrecer alternativas más viables existencialmente y efectivas para satisfacer las necesidades profundas que subyacen a ellas. Solo así podremos reducir la incidencia de las adicciones, su huella destructiva y poder cimentar una forma distinta de lidiar con una realidad que muchas veces puede parecer imposible de superar. Recordemos la cita de Schopenhauer que nos dice que “no hay mayor imprudencia que sacrificar la salud por cualquier otro tipo de felicidad”.

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