El fenómeno del trauma y su impacto en la construcción de nuestra narrativa personal constituyen un área de investigación fascinante que ha recibido atención significativa en la literatura científica dentro del ámbito de la psicología. En este artículo, exploraremos estudios clave que nos explican cómo las experiencias traumáticas dejan cicatrices invisibles en la mente y en la forma como el cuerpo responde ante algunas situaciones, influenciando la forma en que forjamos nuestras historias internas.
“El cuerpo lleva la cuenta”
El célebre psiquiatra estadounidense Bessel van der Kolk ha desempeñado un papel crucial en la evolución de nuestra comprensión sobre cómo el trauma influye en la narrativa personal. Su teoría, ampliamente expuesta en su obra seminal "The Body Keeps the Score", arroja luz sobre los complejos mecanismos a través de los cuales las experiencias traumáticas dejan una profunda impronta en la psique humana. Van der Kolk destaca que el trauma no solo afecta la esfera cognitiva, sino que también tiene repercusiones fisiológicas, dejando huellas indelebles en la memoria emocional y la respuesta del sistema nervioso.
Desde la perspectiva de van der Kolk, el trauma puede interrumpir la capacidad de una persona para organizar y articular coherentemente su narrativa personal. Estas interrupciones pueden manifestarse en la fragmentación de recuerdos, la disociación entre las experiencias y la dificultad para integrar emociones asociadas con el trauma. Su enfoque integral reconoce que las cicatrices invisibles del trauma afectan no solo la cognición, sino también la forma en que las personas se relacionan consigo mismas y con el mundo.
El psiquiatra aborda las alteraciones neurobiológicas vinculadas al trauma, destacando cómo ciertas áreas cerebrales, particularmente aquellas relacionadas con la memoria y la regulación emocional, experimentan cambios significativos. El psiquiatra aboga por enfoques terapéuticos que aborden tanto los aspectos psicológicos como los fisiológicos del trauma, enfocándose en la plasticidad cerebral y la capacidad innata del cerebro para cambiar y adaptarse.
Los resultados revelan que las experiencias traumáticas pueden alterar la forma en que procesamos la información, dando lugar a narrativas fragmentadas y, en algunos casos, disociativas. Este impacto en la construcción de la historia personal puede manifestarse en dificultades para articular experiencias pasadas de manera coherente y en la reinterpretación de eventos cotidianos a través de la lente del trauma, lo que puede desembocar en dificultades significativas incluso en actividades del día a día.
Reestructuración cognitiva y creencias fundamentales
El trabajo de Foa et al. (2007) en el "Journal of Traumatic Stress" examina cómo el trauma influye en las creencias fundamentales sobre la seguridad y la confianza en el mundo. Este estudio destaca la capacidad del trauma para dar forma a las creencias centrales que guían la interpretación de eventos y la toma de decisiones.
Los resultados sugieren que el trauma puede conducir a una reestructuración cognitiva, generando narrativas internas marcadas por la desconfianza y la hipervigilancia. Estas creencias fundamentales afectan no solo la percepción del individuo sobre su entorno, sino también su interpretación de las interacciones sociales y las relaciones personales.
Alteraciones neurobiológicas y conectividad cerebral
La investigación de Rauch et al. (2006) ha explorado las alteraciones neurobiológicas asociadas con el trauma, centrándose en la conectividad cerebral. Este estudio destaca cómo el trauma puede provocar cambios en las redes neuronales, especialmente en áreas vinculadas con la memoria y la regulación emocional.
Las alteraciones en estas áreas contribuyen a la formación de narrativas internas fragmentadas y emocionalmente intensas. La disociación entre las regiones cerebrales puede resultar en una experiencia disonante del yo y del entorno, afectando la continuidad narrativa y la integración de experiencias pasadas.
Plasticidad cerebral y esperanza en la recuperación
Aunque el trauma deja cicatrices invisibles, la plasticidad cerebral ofrece una perspectiva esperanzadora. Schore (2012), en su obra "The Science of the Art of Psychotherapy", resalta la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse. La perspectiva de plasticidad cerebral sugiere que, a pesar de las cicatrices iniciales, la terapia adecuada puede influir positivamente en la reconfiguración de las redes neuronales.
Este hallazgo no solo apunta a la resiliencia intrínseca del cerebro humano, sino que también destaca la importancia de intervenciones terapéuticas especializadas y basadas en el conocimiento sobre trauma. Comprender la plasticidad cerebral proporciona una base científica sólida para abordar las cicatrices invisibles del trauma y facilitar la reconstrucción de una narrativa personal más saludable y empoderadora.
“Resiliencia: Resistir y Rehacerse”
La resiliencia, un concepto central en la capacidad de adaptación y superación de las adversidades, ha sido magistralmente explorada y acuñada por el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik. Cimentando sus ideas en trabajos fundamentales para la comprensión de este concepto como "Los Patitos Feos: La Resiliencia. Una Infancia Infeliz No Determina la Vida" (2001), Cyrulnik postula que los individuos poseen una capacidad innata para recuperarse y reconstruirse tras el trauma. Este enfoque emerge como un pilar fundamental en la comprensión del proceso de construcción de la narrativa personal tras experiencias psicológicamente impactantes o traumatizantes.
La teoría de la resiliencia de Cyrulnik destaca la compleja interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales que contribuyen a la capacidad de superación. Este enfoque, relevante en contextos de experiencias traumáticas, reconoce la capacidad inherente del individuo para encontrar significado y crecimiento en medio de la adversidad. La perspectiva de Cyrulnik tiene un impacto significativo en la terapia, informando intervenciones que no solo abordan las secuelas del trauma, sino que también promueven la transformación y el empoderamiento personal a lo largo del tiempo.
La resiliencia, desde la perspectiva del neuropsiquiatra francés, no solo implica la superación del dolor, sino la habilidad de incorporar la experiencia traumática en una narrativa coherente y con significado adaptativo. Esta capacidad de reconstruir la propia historia, infundida con nueva comprensión y fortaleza, se convierte en un testimonio tangible de la resiliencia en acción (Cyrulnik, 2011). Este enfoque desde la resiliencia emerge como un faro en la comprensión de cómo los individuos no solo pueden recuperarse después del trauma psicológico, sino también construir narrativas personales constructivas, y con significado, potenciando la capacidad inherente de crecimiento y adaptación que reside dentro de cada individuo.
Referencias
Cyrulnik, B. (2001). Los Patitos Feos: La Resiliencia. Una Infancia Infeliz No Determina la Vida. Gedisa.
Cyrulnik, B. (2011). Resiliencia: Resistir y Rehacerse. Gedisa.
Foa, E. B., Ehlers, A., Clark, D. M., Tolin, D. F., & Orsillo, S. M. (2007). The Posttraumatic Cognitions Inventory (PTCI): Development and validation. Psychological Assessment, 19(3), 303–314.
Rauch, S. L., Shin, L. M., & Phelps, E. A. (2006). Neurocircuitry models of posttraumatic stress disorder and extinction: Human neuroimaging research--past, present, and future. Biological Psychiatry, 60(4), 376-382.
Schore, A. N. (2012). The Science of the Art of Psychotherapy. W. W. Norton & Company.
Van der Kolk, B. A. (2015). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking.
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